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​Hablar sobre la menopausia

Hay temas que la humanidad ha tenido vedados durante milenios, temas que fueron considerados tabú, de mal gusto, que no debían ser comentados entre amantes ni en familia ni en el ámbito social. Entre ellos está el del sangrado mensual femenino y, más recientemente, el de la menopausia. Es más, cuando se hablaba -aún hoy-

de ello, es para burlarse o menospreciar a alguna mujer.

Creemos que las formas de descalificar a la especie femenina por  parte de la sociedad, en cualquier lugar del planeta que escojamos, desde que nacemos hasta que dejamos este plano de existencia, tiene múltiples o casi infinitos argumentos. Esta peculiar forma de castigo a la mujer -tanto por parte de las mujeres como de los varones- ha sido tan permanente que, es probable que hayamos adquirido una gran capacidad de adaptación, desarrollando la indiferencia suficiente como para seguir viviendo de forma amorosa, generosa y  creativa.

Por supuesto que esto en nada se parece a crecer y desarrollarse en un medio propicio, más libertario y benévolo.

Hoy, hablar sobre el ciclo de sangrado lunar, la energía femenina, la menopausia, no sólo entre mujeres sino de forma pública permite que se vaya desmoronando el muro de creencias, prejuicios y desprecios que se ha gestado en torno a lo femenino. Aún hoy, millones de mujeres se aborrecen a sí mismas por diversos motivos, y encuentran su único consuelo y sentido, en acompañar, complacer y hacer posibles los ideales masculinos, sean estos a favor o en contra de la vida. Sin embargo, cada vez más las mujeres están sintiendo la necesidad de posicionarse y hacer oír su voz en pro de nuevas formas de comunicación y de convivencia humanas, con especial consideración por el planeta que nos alberga. Algunos hombres, cada vez más, las acompañan.

Hablar sobre nuestra feminidad nos hace dar cuenta, además, de las creencias que nos han inculcado durante milenios, creencias de rechazo hacia nuestra naturaleza y sus manifestaciones. Es casi un milagro que estemos asistiendo al resurgir de la energía femenina, sistemáticamente enterrada, amordazada y acallada una y otra vez, con morbosa perseverancia y paciencia.

Así es; desde El Cuenco de Baubo, sentimos que el despertar de lo femenino, tanto en mujeres como en hombres, aunque aún sea en pequeños grupos humanos, ya no tiene marcha atrás.

 

 

 

 

Hacer cambios en el estilo de vida, alimentación, expresando y descubriendo nuevos aspectos de nuestra creatividad, es el fundamento para vivir bien esta etapa de tránsito que es el climaterio. 

La creencia establecida en occidente nos repite que la menopausia es el comienzo de deterioro y la puerta hacia la vejez, en general, la mujer se lo cree.  Sin embargo, es una visión materialista y demasiado simplista de la vida; pertenece a la cultura del consumo, del 'usar y tirar'. 



 

Sabemos que las mujeres viven la perimenopausia y la menopausia de forma bastante diferente según la cultura en la que nazcan, y de esto deducimos la enorme importancia del entorno, y de las creencias relacionadas con cada cultura.

En occidente, casi el 85% de las mujeres tienen sofocos intensos y un porcentaje menor, manifiestan tener sequedad vaginal, entre otras alteraciones.

 

Hace tiempo que científicos como Bruce Lipton descubrieron que, más allá de la información genética con la que nace un individuo, lo que determina la expresión de esos genes es el epigenoma, o sea, la influencia del entorno. Nos toca a nosotras, las mujeres, desarrollar nuevas creencias sobre la etapa estelar, que nos liberen de los fantasmas que crea nuestro sistema, con fines, quizás, financieros.

¿Acaso no nos han preparado durante miles de años para hacernos sentir inferiores, y así proyectar la creencia de que la mujer es inferior?

Es tiempo de reconocer que es una prioridad prepararse y formarse muy bien, para desarrollar una vida digna y benévola hacia nosotras, aquellos quienes nos rodean y las siguientes generaciones. Saldar nuestras deudas y sentimientos de culpa, que casi siempre asoman, perdonándonos y perdonando a quienes hayan sido motivo de sufrimiento. Comprendiendo, además, que cualquier tipo de maltrato se dio en un entorno cultural y bajo un determinado tejido de creencias. No para justificarlo, sino para entender que ha sido fruto de una determinada realidad socio-cultural e histórica y liberarnos de esa visión. Podemos escoger las emociones

que hemos de sentir, de hecho lo hacemos. Si escogemos las que nos harán sufrir toda la vida, nos hemos condenado nosotras mismas.

A poco que contemplemos el planeta, nos damos cuenta de que la humanidad ha subsistido gracias a las mujeres. Ahora, en este siglo XXI, son las féminas preparadas y los hombres que asuman su femenino de especie, los que pueden hacer que la humanidad cambie y evolucione hacia una convivencia bella, armónica y trascendente.

Es posible. Ya está siendo.

 

​​© 2012 by Asociación El Cuenco de Baubo  ​                                                                                                        

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